De La Alhambra a Tembleque

Es la primera vez que hablo de un viaje. Y no será, para resaltar lo ya sabido o mejor relatado por otros, sino el señalar, algún detalle fuera de los tópicos, al uso.
Es fácil, en ciudades como Granada, encontrar información o un buen guia que nos ilustre, sobre sus leyendas e historia. El solo caminar por el recinto de la Alhambra, sin conocer su pasado, o tan solo observar la vida de los pobladores del Albaicín, produce un placer que llena el espíritu. Gitanos, hippies y árabes residentes, se cruzan con los turistas. Estos últimos, motivos inconscientes, de algunos males que degradan la ciudad.
De uno de estos males, quiero hablar. Una vez hemos cultivado el espíritu contemplando estos bellos parajes, nos queda la posibilidad, de hacerlo también con el cuerpo, y llegado el medio día, viene la necesidad de comer. Algunos propondréis picar cualquier cosa, pues ese es el problema, tascas y restaurantes de diseño, se disponen como los antiguos bandoleros, atracar al viandante. Esta reflexión, me surgió, al ver como en el alto del Albaicín, ante un maravilloso cuadro de la Alhambra, sentados en un restaurante, los comensales sacaban fotografías de los platos que iban a degustar. Pudiera ser que estuvieran buenos, pero no fue así, se había producido el primer asalto, con trabuco y alevosía.
Las ciudades con historia, siempre guardan en su cocina milenaria, los sabores y manjares, propios de la cultura heredada de sus mayores. Presto, me puse a buscar lugares apropiados y algunos encontré. En el mismo Granada, "Chikito", Plaza del Campillo, 9. Una sopa de picadillo, unos solomillos de cordero, (no reíros que los corderos tienen solomillos), y unas quisquillas de Motríl, pueden ser algunas de las delicias que podéis encontrar en este local centenario. Situado en lo que fue el Café Alameda, allí se reunía Federico García Lorca y Fernandez de los Rios, en la tertulia literaria "El Rinconcillo". Otro descubrimiento fue el cordero de las Alpujarras, cuyo sabor me impresionó, y cordero he comido y mucho. Lo caté en Trévelez, a la brasa. No era de lechal, ahora entiendo que eres lo que comes, tres hermosas chuletas de cordero, fueron bastante para saber, donde va a parar parte del tomillo, de esa sierra granadina. En las frescas tardes granadinas, que bien cae un chocolate con churros, en Desi, hay quien dice, hacen los mejores churros de Granada. Ya puestos, una excursión a la Costa Granadina, Almuñecar, Salobreña....... nos acerca a la de Malaga, buen sitio para en El Palo, parar y degustar unos espetos, a pie de playa.
Bueno, quiero terminar refiriéndome a la plaza mayor de Tembleque, paso obligado hacia mi pueblo, Móstoles. Allí me "calcé" un cocido completo, que no se lo salta un gitano, aunque sea del Sacromonte. Como veis, me encanta el descubrir nuevos "monumentos", para eso son los viajes.

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