Alemania es el gran beneficiario J.M.Zufiaur

Frankfurter Allgemeine Zeitung  Freitag, den 15. . März 2013   
José M. Zufiaur; Antonio López Pina

El discurso sobre Europa del establecimiento alemán, tal como aparece en el foro público español, se evidencia como poco creible así  como expresión de los propios intereses.

Pongamos por caso el diagnóstico de la crisis del euro: según la Sra. Canciller la crisis del euro se explica por el déficit y, en particular, por el endeudamiento público en los Estados de la periferia europea. En el caso de España,  nuestro problema no era ni el déficit – teníamos superávit – ni la deuda soberana. El año 2007 la deuda pública española era del 36% del PIB, muy por bajo de la deuda pública alemana. Nuestros problemas reales  resultaron más bien de los años con bajos tipos de interés  en la zona euro, que sobre todo respondían al interés de la economía alemana, y que  desencadenaron  una gigantesca burbuja   inmobiliaria  y de endeudamiento  privado.

Responsables son, en primer lugar, las autoridades españolas, que permitieron, a sabiendas,  una relación insostenible entre capital español y capital extranjero. En segundo lugar, el Banco de España, que no obstante dictámenes alarmantes hizo oídos sordos  y demoró  el saneamiento de los activos  tóxicos que ocultaban las entidades financieras. En fin, los bancos privados españoles son también responsables dado que con los préstamos de bancos alemanes y  de otros países, necesitados de colocar sus ahorros y atraidos  por las expectativas de grandes beneficios, incitaron a un endeudamiento descabellado.  En tal contexto, no debe olvidarse   que Alemania es uno de los países que, si de un lado,  más generosamente ha inyectado dinero público en sus bancos, de otro,   ha logrado para su mayor parte liberarlos  de la supervisión por el  Banco Central Europeo.

Pero no sólo se ha equivocado la Sra. Canciller con su falaz explicación de la crisis. A ello hay que añadir el falso papel de víctima en el que se ve el establishment alemán. Por lo que parece,  sólo Alemania  ha de correr con el coste del rescate de los países en dificultades, cuando la verdad es que se trata del dinero de los 17 Estados – miembros. Con la diferencia nada irrelevante de que mientras Alemania se financia a 0% de intereses si no a intereses negativos, otros países han de hacerlo bajo condiciones insoportables. Y, después de todo, ¿quienes son los beneficiarios en primer lugar de las operaciones de rescate? Los bancos alemanes.

Bajo tales circunstancias, ¿es negable la sospecha en el Sur europeo, de que el establishment alemán es el principal beneficiario tanto de la crisis como de la arquitectura del euro? El crecimiento alemán trae causa del empeoramiento de las condiciones laborales y sociales en Alemania. Tal cura impuesta por Schröder y Merkel ha hecho posible a Alemania mantener precios más bajos en su exportación que la de los vecinos europeos. De ese modo ha podido Alemania lograr un superavit en su balanza comercial, que no habría sido posible sin el euro, dado que en tales supuestos el reajuste  habría tenido lugar vía devaluación  de las respectivas monedas.

Consiguientemente, ¿no resulta verosímil que la Sra. Canciller trata de desviar la atención de la dualidad del propio mercado de trabajo y de las crecientes desigualdades sociales, responsabilizando  a los paises meridionales de las propias condiciones de trabajo y de vida?

Pero por si ello no fuera suficiente: al falso diagnóstico se añade un medio de salvación que sólo puede hacer empeorar la situación del enfermo. También al respecto el análisis de Frau Merkel parte de presupuestos falsos: nuestras pensiones, nuestros salarios por hora y los costes de la sanidad  son muy inferiores a  la media europea. La jornada laboral española real es bastante superior a  la alemana. Según datos de la OECD – con anterioridad a la última reforma laboral – España era ya el tercer país con el despido más fácil y el empleo más precario. Y la carga impositiva es la segunda más baja de la Unión Europea --  aunque sobre ello Berlin nunca pide reformas.

La política de austeridad, de devaluación interna y de reformas regresivas de la Sra. Merkel ha llevado a más paro y a la recesión económica, al deterioro  de los servicios públicos y al estrangulamiento de la política de innovación, en fin, a un pavoroso aumento de la pobreza y de las desigualdades. En una palabra, la Sra. Canciller destruye el modelo social europeo. Esta política excluye tanto el crecimiento económico como la creación de puestos de trabajo; la recuperación de ingresos fiscales, de inversiones y la amortización de la deuda en plazos y a tasas asumibles de interés cada vez se ven más lejos. Todos los motores del crecimiento – el consumo, la inversión, la demanda externa, demanda pública  – seguirán obturados  mientras se mantenga  el austericidio del ahorrar y más ahorrar hasta la muerte.

La austeridad y las regresivas reformas  en modo alguno refuerzan la competitividad de los paises meridionales; antes bien contribuyen a aumentar la ventaja competitiva de Alemania a costa de los demás: ¿a quién beneficia que al Sur de Europa haya una mano de obra  barata, emigración de jóvenes formados, turismo económico,  empresas punteras a precios de saldo  y que una industria poco productiva no constituya competencia alguna? A la postre, un discurso merkiavélico (Ulrich Beck), insolidario (Helmut Schmidt; Jürgen Habermas) y destructor para el Sur y – a medio plazo – también para la Unión Europea.    

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