EXPOSICION DE JOAQUIN SANJUAN


Joaquín San Juan vuelve a sorprendernos. Quienes tenemos la suerte de conocer la trayectoria vital y artística de este pintor esencial sabemos de la coherencia de sus sucesivas propuestas.
Si aceptamos que el relato de la obra de un pintor lo constituyen sus exposiciones, observáremos que en ésta, cuya cabecera es ELIPSIS, se cumple esa figura retórica en virtud de la cual se omite alguna parte de la oración sin que se altere su sentido.
Su anterior exposición individual tuvo lugar en esta misma sala EKLÉCTICA en 2008. Joaquín nos mostró entonces lo más evolucionado de su concepción analítica y esencialista de la pintura. Obras que transcienden de la realidad externa reduciéndola a su esencia geométrica.
Aunque llevaba años trabajando en otros registros expresivos, de esas nuevas propuestas solo habíamos podido contemplar sus series de “Abecedarios”, una sutil conexión con lo figurativo a través de la representación de las letras, si bien tratadas como entes geométricos.
Los elementos ocultos de la Elipsis que hoy nos presenta el autor hay que buscarlos en el incesante trabajo que se desencadena tras los Abecedarios y que se va materializando en series recogidas bajo los títulos genéricos de Palabras, Personajes, Globalización.
Se observa en estos trabajos un giro a lo conceptual y una presencia mayor de elementos figurativos. Ya no son sólo letras sino palabras representadas con las que entramos en el campo del significado. El peso de lo geométrico es esencial pero el foco se desplaza, a través de la palabra, al mensaje. No son ya la forma, el color los elementos que buscan mover el sentimiento.
Hay mensajes explícitos, que en muchos casos son versos más o menos conocidos, situados en contextos concretos en los que cobran significación.
La confluencia de palabras e imágenes se hace presente en las series “Personajes” y “Globalización”.
Tiene en ellas un peso fundamental la utilización de elementos recogidos de la iconografía publicitaria, cultural, política, cuyo resultado es una especie de NEO-POPART personalísimo.
Si en la etapa geométrica el artista se rebelaba contra el caos y trataba de ordenarlo llegando al límite de la esencia formal, en estas series quiere intervenir en el caos desde la denuncia, en muchos casos explícita.
Desvelados los términos ocultos de la elipsis, comprobamos que, en efecto, su ausencia en el relato no altera el sentido de esta exposición.
Decía al principio que Joaquín nos sorprende, tomado el verbo sorprender en su segunda acepción: “Conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto...”
Aunque no debería sorprendernos, porque Joaquín San Juan sigue a lo suyo: trabajar doce o catorce horas diarias, de Lunes a Lunes, doce meses al año. Es por eso que siempre encuentra la salida a los laberintos expresivos en los que se adentra.
Fiel al principio de que “menos es más”, sigue buscando la economía de elementos a la hora de intervenir, con su personal mirada, en la transformación del mundo que le ha tocado vivir. Una sociedad capitalista avanzada, en la que el ser humano, considerado en anteriores etapas obrero, productor de mercancías, es ahora, además, considerado básicamente consumidor, un factor más en la ecuación cuyo resultado es siempre el enriquecimiento de unos pocos a costa de condenar a la miseria a la inmensa mayoría.
El espacio social, que es ya tanto como decir el espacio global, está dominado por la imagen, cuya función es la de crear un mundo ideal, representación del mundo real. Un espectáculo al que nos invitan desde el inmenso poder que despliegan quienes manejan los hilos de las nuevas tecnologías de la comunicación. Un poder a salvo de cualquier control, que ejerce su manipulación a escala global y de forma masiva hasta conseguir que la imagen, así tratada, sustituya a la realidad misma.
Es este orden nuevo el que Joaquín San Juan se propone desordenar, alterar al menos.
Su intento lo materializa en cuadros de factura minimalista, trabajados con pulcritud, de líneas limpias y colores uniformes. La geometría y el trabajo de planos de luz nos hablan del bagaje de toda una vida de trabajo y experimentación, en la búsqueda de los medios expresivos que mejor sirvan al mensaje que necesita transmitir,  que ahora pone al servicio de la representación de esa “sociedad del espectáculo”, incorporando siempre algún elemento que la distorsiona. Tal vez el más significativo sea la ausencia de la figura humana.
Todo un mundo creado para el hombre y Joaquín le deja fuera. No es este el lugar que nuestro pintor quiere para el hombre. Es, tal vez, su manera de ponerle a salvo.
Para mi amigo Joaquín San Juan pintar sigue siendo un acto de resistencia.
Matías Muñoz Borja
8 de Noviembre de 2011

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