El histórico discurso triunfal de Barack Obama

¿Hay alguien allí que todavía dude que Estados Unidos es el lugar donde todo es posible o que todavía se pregunte si el sueño aún está vivo o si América es el lugar donde todo es posible?... ¿Todavía se preguntan si el sueño de nuestros fundadores está vivo en nuestro tiempo, que todavía cuestionan el poder de nuestra democracia?
Esta noche han recibido su respuesta. Es la respuesta por las filas que se extendían por escuelas e iglesias, en cantidades nunca antes vistas, en personas que esperaron tres horas o más para que sus voces puedieran ser escuchadas, es la respuesta dada por jóvenes y viejos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, asiáticos, americanos nativos, incapacitados y no discapacitados, americanos que han enviado un mensaje al mundo: que no somos sino un grupo de personas, no una combinación de estados rojos o azules, sino que siempre somos y seremos los Estados Unidos de América... Es la respuesta a aquellos que durante mucho tiempo fueron cínicos y dudaron de lo que podríamos lograr, de poner las manos en el arco de la Historia y doblarlo como una esperanza de mejor futuro. Es algo que ha llevado mucho tiempo, pero esta noche, gracias a lo que hemos hecho en este momento definitorio de la Historia, el cambio ha llegado a EEUU.

Hace unos momentos he recibido la llamada extraordinariamente gentil del senador McCain, que ha luchado larga y duramente en esta campaña, e incluso luchó más dura y arduamente por el país que ama y sufrió sacrificios por EEUU que la mayoría no podemos imaginar. Hoy estamos mejor gracias a un lider solidario como es él. Le felicito, felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han logrado y espero trabajar con ellos para poder renovar la promesa de este país en los meses que se acercan.

Quiero agradecer a mi compañero en este viaje, un hombre que también participó en esta campaña y que habló a todos con el corazón y luchó por la gente que le acompañó en su infancia, el nuevo vicepresidente de los EEUU, Joe Biden. Yo no estaría aquí esta noche sin el apoyo incondicional de mi mejor amiga durante los últimos 16 años, la roca de mi familia, el amor de mi vida y la próxima primera dama de la nación, Michelle Obama y mis hijas, Sacha y María. Yo las amo más de lo que puedan imaginar, y ¡ustedes se han ganado un cachorrito para su nueva vida en la Casa Blanca!.
Y aunque ella ya no está con nosotros, yo sé que mi abuela me mira junto a la familia que hizo de mí lo que soy. Les echo de menos esta noche. Sé que mi deuda hacia ellos no tiene límite. A mis hermanos y hermanas, a todos ustedes les agradezco el apoyo que me han dado. Gracias a todos. A mi jefe de campaña, David Clark, el héroe anónimo de la campaña, que ha organizado la mejor campaña electoral de la historia de EEUU, a mi estratega en jefe, quien ha sido socio mío a lo largo de este camino, y al mejor equipo electoral: ustedes han logrado esto.

Nunca olvidaré a quien pertenece esta victoria: esta victoria les pertenece a ustedes. Yo nunca fui el candidato más probable, no comenzamos con mucho dinero, ni con mucho respaldos. Nuestra campaña no surgió de los pasillos de Washington o de las oficinas del Congreso, sino que mi campaña comenzó en las ciudades y pueblos con gente que contribuyó con pequeñas cantidades de dinero, 5 o 10 o 20 dólares y con los jóvenes que rechazaban la apatía de la vieja generación, que habían perdido sus casas o sus empleos. También cogió fuerzas también de aquellos no tan jóvenes, que enfrentaban el frío del invierno para tocar a las puertas de otros, legiones de americanos que se ofrecieron para ayudar y que creían que un gobierno del pueblo y para el pueblo no es una idea que haya muerto, esta es su victoria. Yo sé que ustedes no hicieron esto solo por ganar una elección, ni que tampoco lo han hecho por mí, sino por el momento importante que vivimos, porque sabemos que los desafíos que nos esperan son los más grandes en nuestras vidas: dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera en el siglo...Esta noche sabemos que hay valientes americanos despertándose en el desierto de Irak o Afganistán, arriesgando sus vidas por nosotros. Madres y padres estarán también despiertos cuando sus niños se van al colegio, preocupados por si podrán pagar sus hipotecas o financiar los estudios universitarios de sus hijos. Hay nuevas fuentes de energía, nuevas escuelas que debemos construir, nuevas amenazas que enfrentar y alianzas que tenemos que corregir. El camino que tenemos por delante será largo y muy empinado. Quizá no lo logremos en un año o en dos, pero América nunca ha tenido tantas esperanzas como esta noche. Yo les prometo que como pueblo, llegaremos allí.

Habrá fracasos, habrá tropiezos, falsos arranques y muchos no estarán de acuerdo con las decisiones que yo tome, y sabemos que el gobierno no podrá resolver todos los problemas, pero yo siempre seré franco con ustedes sobre los desafíos que nos esperan, les prestaré atención sobre todo cuando no estemos de acuerdo, les pediré que me ayuden a reconstruir este país como no se ha hecho en los últimos 200 años, bloque por bloque, ladrillo a ladrillo, lo que comenzó hace meses en la profundidad de ese invierno no puede terminar esta noche de otoño. Esta victoria por sí sola no es el cambio que buscamos, es la oportunidad de lograr ese cambio. Convoquemos a un nuevo espíritu de patriotismo, de responsabilidad, donde cada uno de nosotros decide contribuir y luchar más duro y preocuparse no solo por sí mismo, sino por su vecino. Recuerden que esta crisis financiera nos enseñó una cosa: que no podemos tener un Wall Street que progrese mientras el ciudadano común sufre. Tenemos que progresar como una nación, como un pueblo. Resistamos a la tentación de volver a caer en el partidismo, en el egoísmo, en la inmadurez que ha contaminado nuestra política por tanto tiempo. Recordemos que fue un hombre de este Estado el que por primera vez llevó la bandera del partido republicano a la Casa Blanca, un partido basado en la libertad, en la unidad nacional. Eso son valores que todos compartimos y si bien el Partido Demócrata ha ganado una victoria esta noche, lo hacemos con la humildad y determinación para curar las cicatrices que han frenado nuestro progreso. Como dijo Lincoln a una nación que estaba más dividida que nosotros "no somos enemigos, somos amigos" aunque la pasión puede haber perjudicado esos lazos no los puede destruir. Yo no tengo todas las soluciones esta noche, pero escucho su voz, necesito su ayuda y yo también seré su presidente. Y viendo esta noche más allá de nuestras costas en parlamentos y lugares, gente escuchando la radio en todo el mundo, nuestra historia es excepcional, pero nuestro destino es compartido.

Este es un nuevo amanecer del liderazgo americano. Para aquellos que han destruido el mundo, nosotros los derrotaremos. Los que buscan la paz y la seguridad, nosotros les apoyaremos. Aquellos que se preguntan si el faro americano sigue brillando, les demostraremos que la fortaleza de nuestra nación no viene de nuestras armas o nuestras fortunas, sino del poder de nuestras ideas: democracia, libertad, oportunidad y la esperanza inquebrantable. Ese es el verdadero genio de América. América puede cambiar, nuestra unión puede ser perfeccionada, lo que ya hemos logrado nos da la esperanza de lo que podemos lograr para mañana. En esta elección hay muchas cosas que suceden por primera vez: en Atlanta acaba de votar una mujer llamada Ann Nixon Cooper, una mujer negra de 106 años que nació apenas una generación después de la esclavitud, en una época en la que no había coches en las carreteras ni aviones en el cielo. En aquella época ella no podía votar porque era mujer y por el color de su piel, y yo pienso en todo lo que ella ha visto en su siglo de vida en los EEUU: las veces en que se nos dijo que no podíamos, cuando había desesperanza, en la épocas de pobreza y sequía, cuando las bombas cayeron en nuestros puertos y la tiranía amenazó el mundo, cuando ella vió cómo salvábamos nuestra democracia. Ella vió los incendios de los autobuses de Birmingham y un pastor de Alabama dijo que sí podíamos superarlo. Un hombre que alunizó en la Luna, un muro que se derribó en Berlín.... y este año, en esta elección ella puso su dedo en una pantalla y depositó su voto, porque después de 106 años en América, viviendo los mejores tiempos y los tiempos más oscuros, ella sabe que sí podemos cambiar, ¡Sí podemos! Hemos visto tanto, ¡pero hay tanto que podemos hacer! Por eso esta noche, por favor, preguntémonos si nuestros hijos pueden vivir para ver el próximo siglo, si mi hija debe ser afortunada para ver o vivir tanto tiempo como Nixon Cooper ¿qué cambios verá ella? ¿qué progreso habremos realizado? Esta es nuestra oportunidad de responder a esa llamada. Esta es nuestra hora de poner a la gente a trabajar y abrir las puertas a nuestros hijos para promover la prosperidad y la causa de la paz, recuperar el sueño americano y reafirmar la verdad fundamental: que de muchos somos uno, que respiramos esperanza y que cuando nos respondan con cinismo y duda aquellos que nos digan que no podemos responderemos con la frase que resume el espíritu de nuestro pueblo: Sí podemos. Gracias, que Dios les bendiga y que Dios bendiga a los EEUU de América.

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